sábado, 4 de junio de 2011

XXXIV RAZON PARA NO VOTAR POR OLLANTA HUMALA

SERGIO TAPIA TAPIA

Desde: http://www.larazon.com.pe/online/indice.asp?tfi=LROpinion05&td=04&tm=06&ta=2011

De los muchos años que he vivido, nunca me animé a participar en la política partidaria, hasta este año 2011. Pero, no he estado distante de la política por la cátedra universitaria, mi militancia en movimientos de gran contenido formativo político no partidistas y mis tesis de los grados universitarios de aquí y del exterior.
         
Sin embargo, en este año 2011 me animé a “pasar el Rubicón”, di un paso vital importante, aceptando la invitación de un antiguo amigo para asumir una postulación parlamentaria. Mi candidatura duró dos semanas, con gran sobreexposición por la prensa roja-amarilla: “Roja” por la ideología a la que sirve, y “amarilla” por el manejo inescrupuloso e inmoral que perpetra contra la verdad de los hechos y la honra de las personas.
            
Fui materia de un chantaje, no la víctima. Decliné continuar como candidato, al conocer por qué el chantaje y por quién. Decidí con voluntad de desprendimiento de legítimos intereses personales, me impulsó velar por el bien de la candidatura principal de la organización partidaria que me acogía en sus filas, fue una separación armoniosa. Por lo que fui merecedor de los más caros elogios por las máximas personalidades de la agrupación: “Es un caballero, una persona madura, ha sacrificado su interés personal por el del partido”. Así, dejé de ser candidato, muy satisfecho. Pero, quedó sembrada la incógnita de si podría haber sido elegido congresista, debido al nuevo estilo que desde un principio caracterizó mi oferta política, así como la especial energía con la que impulsaba los parámetros partidarios: Su Plan de Gobierno y el Compromiso de Honor suscrito por todos los candidatos.
            
Sé quien fue el autor de la felonía. Sé que es capaz de peores cosas. Ahí está, y aún acecha.
            
Sin embargo, he decidido continuar en la brega política, desde el lugar que las circunstancias me indiquen.
            
Atento al resultado de las elecciones de abril y al anuncio que Ollanta pasaba a segunda vuelta, decidí asumir una campaña de difusión y docencia política, porque Ollanta significa un peligro para el Perú. Fui recibido en esta casa editorial, el diario La Razón, con la fineza y caballeresca cortesía que caracteriza a su director, el señor Uri Ben Schmuel.
            
Me propuse escribir un artículo diario, desde el inicio del mes de mayo, la serie “Para No Votar por Ollanta” ha llegado a cumplir treinta y cuatro entregas cotidianas.
            
Asumo la responsabilidad personal de todo lo que he escrito. Agradezco a tantos amigos que me han manifestado su adhesión a la doctrina y los análisis que he planteado, día a día. También agradezco a tantas personas que he conocido a raíz de estos artículos, porque con sus expresiones me alentaron a continuar con dedicación a esta forma en la que también se hace política.
            
Estoy seguro que de salir elegido Ollanta, para gobernar a partir del 2011, no honrará nada de lo que ha prometido en la segunda vuelta, porque se contradice con su verdadero Plan de Gobierno, que aprobó en diciembre de 2010. Ollanta está comprometido con el Socialismo del Siglo XXI, que pretende fagocitar a todos los países de América Latina.
            
Esta campaña política ha consistido en una grave confrontación contra el marxismo, renovado en el nombre, la forma y algunos de sus contenidos: El Socialismo del Siglo XXI, articulado desde el Foro de Sao Paulo. El domingo 5 de junio no es una simple elección entre dos candidatos democráticos, Keiko y Ollanta. Es una sustantiva y fundamental decisión en la que se juega el destino de nuestra Comunidad Nacional.
            
Por eso hasta las concepciones religiosas de alguna manera se han hecho presentes, como los evangélicos en Fuerza 2011. Y, por su parte, la Iglesia Católica a través de nuestro Cardenal y Primer Obispo Nacional (es lo que significa ser Primado), ha reiterado -a tiempo y a destiempo- la perenne Enseñanza Social Católica, que garantiza con los principios rectores que contiene la concepción de un sano orden político-social.
            
Por todo lo que he venido sosteniendo, desde el pasado 1 de mayo, y por más razones que sostienen nuestra propuesta, este 5 de junio es Para No Votar por Ollanta.
           
(*) Director Jurídico de UnoAmérica

viernes, 3 de junio de 2011

XXXIII RAZON PARA NO VOTAR POR OLLANTA

SERGIO TAPIA TAPIA
Desde: http://www.larazon.com.pe/online/indice.asp?tfi=LROpinion01&td=03&tm=06&ta=2011

En repetidas oportunidades, Ollanta ha ofrecido que -de ser elegido- arremeterá contra el principio de subsidiaridad. Lo he visto en algunas presentaciones televisivas argumentar en contra de este principio. Incluso, promete que el primer cambio constitucional que fomentará es para prescindir de este principio.
         
En realidad, Ollanta no sabe lo que es ni lo que significa el principio de subsidiaridad, porque no es imaginable que un candidato a la presidencia de una República democrática, como es el Perú, sea enemigo del principio de subsidiaridad. Salvo que sea un totalitario, por ser un comunista o un nazi-fascista.
            
El principio de subsidiaridad delimita el papel del Estado. Su rol debe circunscribirse a una acción supletoria o subsidiaria. Así, se podrá garantizar que el Estado respete la dignidad de la persona. La sociedad tiene por fin a la persona y al servicio de ambas está el Estado.
            
Es común observar en la realidad social la suplencia o subsidiariedad en la realización de funciones que unos organismos, al no poder realizarlas, son suplidos por otros. Así, el órgano supletorio realiza las funciones del órgano titular, en cuanto y en tanto éste no pueda realizarlas. Citando a Carlos Sacheri (“El Orden Natural”, tres ediciones en Lima, pág. 161) “decimos que la escuela suple la función educativa de los padres de familia, pues completa y perfecciona la misma en aquello que los padres, por lo general, no pueden brindar a sus hijos en materia de instrucción”.
            
Por el respeto al principio de subsidiaridad, se armonizan las relaciones de los grupos sociales entre sí y la relación de estos con el Estado. Salvo en los estados totalitarios, los que por no respetar la dignidad de la persona estatizan o nacionalizan todas las funciones, absorben toda la energía social, creando una sociedad parasitaria de individuos dependientes del Estado, dispensador y providente. El socialismo marxista, como el socialismo fascista, son ejemplos históricos de las graves deformaciones sociales y antihumanas que pueden resultar cuando se diseña el Estado con deformación ideológica: ¡Cuidado con Ollanta, pues, él porta concepciones políticas decimonónicas! Que han tenido horrorosos resultados a lo largo del siglo veinte y ya es tiempo de aprender que el socialismo marxista es “intrínsecamente perverso”, es decir, que ningún fruto bueno es posible recoger de él.
            
La negación del principio de subsidiaridad, como lo hace Ollanta, es una violación a la dignidad de la persona, porque suprime una de las notas esenciales de su naturaleza: la responsabilidad.
            
Negar el principio de subsidiaridad significa estatizar las actividades económicas, ya esto lo hemos vivido con la revolución socialista de Velasco Alvarado. Y es inmoral, según la enseñanza reiterada de la Doctrina Social de la Iglesia: “Es ilícito quitar a los particulares lo que con su propia iniciativa y propia industria pueden realizar”.
            
El 5 de junio no es un acto electoral entre dos candidatos, tampoco entre dos programas políticos elegibles. No, es la decisión que afectará el futuro del Perú, por muchos años. Es la decisión entre dos concepciones contradictorias de la vida, del espíritu y del uso de los bienes materiales.
            
Por eso, este 5 de junio es para no votar por Ollanta         
Director Jurídico de UnoAmérica
            

XXXII RAZON PARA NO VOTAR POR OLLANTA

SERGIO TAPIA TAPIA

Desde: http://www.larazon.com.pe/online/indice.asp?tfi=LROpinion04&td=02&tm=06&ta=2011

El futuro de los pueblos y las civilizaciones no depende de su producción económica, tampoco depende de su armamentismo, aunque la defensa tenga un rol importante ante las intenciones destructivas del enemigo.
         
En realidad, donde se juega la existencia y la perennidad de los pueblos es en su modo de comprender y realizar la cultura, así como la concepción y el talante que adopten en la política.
            
La cultura y política son objetivo de la acción destructora de la revolución. Hoy, en el Perú, tenemos dos ejemplos que encarnan el deterioro de la cultura y el de la política: Mario Vargas Llosa y Ollanta Humala, respectivamente. Ambos coinciden en el mismo fin revolucionario contra el Perú y por eso se han unido.
            
¿Amarán al Perú, ambos? ¿Quiere al Perú, Vargas Llosa? ¿Ollanta desea el mejor bien para el Perú? Las buenas intenciones no bastan: “Hasta el infierno está empedrado de buenas intenciones”. La afectividad desordenada y la pasión no es como el ser humano expresa, conforme a su naturaleza racional, la manera de amar correctamente: “Obras son amores y no buenas razones”.
            
¿Cuál ha sido el precio que ha tenido que pagar Vargas Llosa para “merecer” el Premio Nobel de Literatura 2010? Al parecer ningún requisito literario, ha sido ideológico. Vargas Llosa ha tenido que involucionar en su vida política, ha retornado a su juvenil comunidad política, la célula comunista clandestina “Cahuide”, fundada en los años cincuenta con el papá de Ollanta, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
            
Hay un veto revolucionario internacional contra el futuro gobierno fujimorista, Vargas Llosa lo demuestra.
            
Vargas Llosa no contradijo la postulación de Alan García del 2006, como lo hace ahora contra el fujimorismo. Vargas Llosa, en avanzada madurez, reincidió en la actividad política en el primer gobierno de Alan García para contrariar la intención de estatizar la banca. Y si Vargas Llosa no ganó las elecciones de 1990, fue, entre otros factores, porque la propaganda aprista hizo impopular su candidatura. Alberto Fujimori solo triunfó sobre la persona de Vargas Llosa porque el recetario económico aplicado por el fujimorismo fue el mismo planteamiento neoliberal que Vargas Llosa abanderaba como adalid de la “modernidad”. No hay proporción en las actitudes de Vargas Llosa con respecto a Alan García y no contra Alberto Fujimori, sino con respecto a otra persona: Keiko Fujimori.
            
Veinte años después, Vargas Llosa vuelve a reincidir en la actividad política, en el segundo gobierno de Alan García. Pero, esta vez, para postular a Premio Nobel ha debido satisfacer ciertas condiciones, imperativas, de carácter ideológico y de compromiso con la revolución. Asumió la conducción del Museo de la Memoria, la obra antimilitar y prosubversiva que corona la demolición de la gesta histórica que fue desde 1980 la lucha contra el terrorismo marxista en el Perú. Empero, Vargas Llosa renunció a ese cargo, optó por embestir al gobierno de Alan García, por haber aprobado una solución procesal a los inacabables enjuiciamientos con los que hoy se hace persecución política en el Perú, a través de una infestación del Ministerio Público y el Poder Judicial, que vienen haciendo esos laboratorios que fomenta la revolución cultural y política, autodenominados ONG, que dicen servir a la causa de los derechos humanos.
            
Hoy Vargas Llosa determina para el Perú que no haya otra opción política que la de Ollanta. Y su determinación la intenta imponer con el estilo despótico de un marqués absolutista. Vargas Llosa liquidó su relación con el diario El Comercio, lanzando improperios contra la familia Miró Quesada y faltando a una dama de esa familia. Porque Vargas Llosa quiere imponer a Ollanta como gobernante. Vargas Llosa es un totalitario, al igual que Ollanta. Eso los hermana.
            
Por eso y por mucho más este 5 de junio no votes por Ollanta y así rechazarás también al intolerante Vargas Llosa.
            
Director Jurídico de UnoAmérica

miércoles, 1 de junio de 2011

XXXI RAZON PARA NO VOTAR POR OLLANTA

SERGIO TAPIA TAPIA

Desde: http://www.larazon.com.pe/online/indice.asp?tfi=LROpinion04&td=01&tm=06&ta=2011

¿Para qué sirve la política? La respuesta siempre ha sido preocupación de pensadores destacados a lo largo de la Historia, así como también esta incógnita produce expectación en el común de los ciudadanos, hoy día.
         
Aristóteles, gran pensador griego que vivió cuatro siglos antes de Jesucristo, cuyos estudios son tan actuales hoy en día en biología, lógica y metafísica, enunció que en todas las realidades materiales y espirituales, cuando éstas son complejas –es decir, compuestas de muchos elementos–, se requiere que al menos haya un elemento que las unifique y cohesione. Este es un principio filosófico, es decir, aplicable a todas las ciencias especializadas. Por ejemplo, en el terreno de la química, la cohesión en una combinación de elementos es llamado el catalizador.
            
La sociedad política (su nombre completo sirve para distinguirla de otras sociedades, como una sociedad anónima o la sociedad familiar, por ejemplo), es un gran conjunto de múltiples sociedades, estas múltiples sociedades son formadas a su vez por las personas. En los ejemplos dados, la sociedad anónima y la sociedad familiar son formadas por personas; a su vez la sociedad peruana es el conjunto de muy diversas sociedades, entre ellas la familia que es la célula básica de la sociedad y los demás cuerpos intermedios; los cuerpos intermedios en la economía tiene a su vez como sociedad básica a la empresa, y una forma de organizar empresa es la sociedad anónima.
            
De manera tal que la sociedad política es una sociedad de múltiples sociedades. No hay que caer en el error que la sociedad política son los individuos, pues, desde este error muchas desgracias se han suscitado para la vida humana, en los últimos siglos, debido a políticas y hasta ideologías individualistas, que han desarmado y desnaturalizado la comprensión y la conducción de las sociedades políticas.
            
Pero, ante tan compleja realidad que es la sociedad política, conformada por una malla o red de tantísimas organizaciones sociales, que a su vez cobijan en su seno a las personas que realicen intensamente su vocación de seres sociales. Vale preguntarse: ¿En la sociedad política, cuál es el elemento que une y cohesiona? Pues, ese es el Estado, un cuerpo de organismos con múltiples funciones, compuesto por personas, unas que asesoran a otras que adoptan decisiones, las que otras personas se encargan de velar por su ejecución. Siendo las funciones básicas del Estado velar por las condiciones de paz, orden y seguridad para que las personas, todas las que componen la sociedad política, puedan realizar sus fines personales y sociales, económicos y culturales.
            
La política es el pensamiento y el método de acción que ordena tales acciones y conductas. Y, esto a todos interesa, porque siendo la persona humana un ser social, entonces es un ser eminentemente político.

Nadie puede estar desinteresado de la política, no puede concebirse que haya alguien que se estime apolítico.
            
Pero, no todo pensamiento político es acertado, no todo mensaje político es beneficioso, ni toda acción política dará resultados favorables, ni toda conducta política será razonablemente admitida. En la esfera de la política, no se juzgan las buenas intenciones, sino la verdad y la bondad de las propuestas.
            
Por eso, este 5 de junio, es para no votar por Ollanta, pues, en la exposición de su proyecto político no es veraz; su pensamiento político es erróneo y, además, carece de confiabilidad en las propuestas que promete si llega al poder.
   
Director Jurídico de UnoAmérica
            

XXX RAZON PARA NO VOTAR POR OLLANTA

SERGIO TAPIA TAPIA

Desde: http://www.larazon.com.pe/online/indice.asp?tfi=LROpinion02&td=31&tm=05&ta=2011

El debate de Ollanta con Keiko, el domingo pasado, ha sido una reiterada muestra de la táctica del camuflaje de las verdaderas intenciones políticas que Humala tiene, y por las que aspira ser presidente del Perú.
         
Ollanta cumplió con expresar los nuevos planteamientos camaleónicos que los estrategas del Foro de Sao Paulo le han aconsejado, aunque ello signifique la negación –aparente– de su originario Plan de Gobierno, con el cual ganó su pase a la segunda vuelta electoral. Con esta técnica de mimetización ha logrado un parecido programático con su oponente. Al extremo que, en la ingenuidad de alguno, pareciera que esta elección de segunda vuelta es una preferencia entre varón y mujer, sin contenidos ni distinciones de verdaderas intenciones políticas.
           
Tenemos, pues, delante del electorado nacional a Ollanta Humala, quien se ofrece para ser elegido presidente de la República, y que ya cuenta con una nutrida composición numérica en el Congreso de la República, formada por propios y extraños, extraños como lo son los congresistas que vienen de prestado por Alejandro Toledo y de otras pequeñas bandadas que se inclinan al socialismo pero que estaban encubiertas en otras organizaciones políticas.
            
Ollanta es por segunda vez candidato presidencial. Ollanta que se ha caracterizado por su compulsiva personalidad, por su agresividad y por su violencia, cuyos planteamientos son e intentan reflejar el vetusto modelo estatista del socialismo velasquista, que tanto atraso generó al Perú de los años setenta.
            
Ollanta encarna la representación de todos los pequeñísimos partidos comunistas que hay en el Perú, a los que se agregan los socialistas que no militan en partidos, así como los gay, las ONG abortistas y las otras que dicen defender los derechos humanos. No sé si corresponde decir “en el mismo saco”, porque creo que pertenecen más a la categoría de “tontos útiles”, para los que cultivan algún resentimiento contra el recuerdo del gobierno de Alberto Fujimori (1990-2001), que son sentimientos negativos pero no destinados personalmente contra Keiko, y que sin embargo al producirse una sustitución de los roles personales del papá y de la hija, confusamente se concluye que la hija será como el padre, aunque solo en lo malo y lo censurable.
         
Es que, la política debiendo ser una actividad humana coronada por la inteligencia y ejercida con la virtud de la prudencia, es a menudo conducida por el irracional apasionamiento. Que no da lugar ni al discurso razonable, ni al diálogo iluminador.
            
Ollanta vuelve a ofrecerse como opción electoral, luego de cinco años de que lo hiciera por primera vez. Logró colocarse en segunda vuelta con un Plan de Gobierno estatizador, totalitario, materialista, socializante. Pero, para poder obtener algunos votos más, por lo que siempre vagan por ahí algunos incautos, los asesores extranjeros de Ollanta han realizado una gran reingeniería publicitaria. El Ollanta de las primeras elecciones del pasado abril, aparenta no ser ideológicamente el mismo Ollanta de la segunda vuelta electoral del próximo junio. ¿Qué pasó en dos meses? ¿Se arrepintió del daño que le iba a inferir a los peruanos y cambió de postura? No, tan sólo ha perpetrado un giro publicitario. Ollanta no se ha enmendado, y que quede claro, porque el derecho a corregirse y a rectificarse no se lo negamos a nadie.
            
Pero, en Ollanta no hay verdadero cambio ideológico. Ollanta es programáticamente el mismo, su oferta de la “Gran Transformación” revolucionaria y marxista queda en pie. Sus posturas de hoy incoloras, inodoras e insípidas, son un recurso psico-político, de la más refinada tradición comunista: El engaño, lo decía Lenin, si es lo que conviene al triunfo de la Revolución, es moralmente lícito.
            
Por eso, este 5 de junio es para no votar por Ollanta.
            
Director Jurídico de UnoAmérica