viernes, 3 de junio de 2011

XXXIII RAZON PARA NO VOTAR POR OLLANTA

SERGIO TAPIA TAPIA
Desde: http://www.larazon.com.pe/online/indice.asp?tfi=LROpinion01&td=03&tm=06&ta=2011

En repetidas oportunidades, Ollanta ha ofrecido que -de ser elegido- arremeterá contra el principio de subsidiaridad. Lo he visto en algunas presentaciones televisivas argumentar en contra de este principio. Incluso, promete que el primer cambio constitucional que fomentará es para prescindir de este principio.
         
En realidad, Ollanta no sabe lo que es ni lo que significa el principio de subsidiaridad, porque no es imaginable que un candidato a la presidencia de una República democrática, como es el Perú, sea enemigo del principio de subsidiaridad. Salvo que sea un totalitario, por ser un comunista o un nazi-fascista.
            
El principio de subsidiaridad delimita el papel del Estado. Su rol debe circunscribirse a una acción supletoria o subsidiaria. Así, se podrá garantizar que el Estado respete la dignidad de la persona. La sociedad tiene por fin a la persona y al servicio de ambas está el Estado.
            
Es común observar en la realidad social la suplencia o subsidiariedad en la realización de funciones que unos organismos, al no poder realizarlas, son suplidos por otros. Así, el órgano supletorio realiza las funciones del órgano titular, en cuanto y en tanto éste no pueda realizarlas. Citando a Carlos Sacheri (“El Orden Natural”, tres ediciones en Lima, pág. 161) “decimos que la escuela suple la función educativa de los padres de familia, pues completa y perfecciona la misma en aquello que los padres, por lo general, no pueden brindar a sus hijos en materia de instrucción”.
            
Por el respeto al principio de subsidiaridad, se armonizan las relaciones de los grupos sociales entre sí y la relación de estos con el Estado. Salvo en los estados totalitarios, los que por no respetar la dignidad de la persona estatizan o nacionalizan todas las funciones, absorben toda la energía social, creando una sociedad parasitaria de individuos dependientes del Estado, dispensador y providente. El socialismo marxista, como el socialismo fascista, son ejemplos históricos de las graves deformaciones sociales y antihumanas que pueden resultar cuando se diseña el Estado con deformación ideológica: ¡Cuidado con Ollanta, pues, él porta concepciones políticas decimonónicas! Que han tenido horrorosos resultados a lo largo del siglo veinte y ya es tiempo de aprender que el socialismo marxista es “intrínsecamente perverso”, es decir, que ningún fruto bueno es posible recoger de él.
            
La negación del principio de subsidiaridad, como lo hace Ollanta, es una violación a la dignidad de la persona, porque suprime una de las notas esenciales de su naturaleza: la responsabilidad.
            
Negar el principio de subsidiaridad significa estatizar las actividades económicas, ya esto lo hemos vivido con la revolución socialista de Velasco Alvarado. Y es inmoral, según la enseñanza reiterada de la Doctrina Social de la Iglesia: “Es ilícito quitar a los particulares lo que con su propia iniciativa y propia industria pueden realizar”.
            
El 5 de junio no es un acto electoral entre dos candidatos, tampoco entre dos programas políticos elegibles. No, es la decisión que afectará el futuro del Perú, por muchos años. Es la decisión entre dos concepciones contradictorias de la vida, del espíritu y del uso de los bienes materiales.
            
Por eso, este 5 de junio es para no votar por Ollanta         
Director Jurídico de UnoAmérica
            

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